Nuestra economía está cimentada en la competencia, pero en realidad somos colaboradores. Entrevista con David Sloan Wilson, científico evolutivo.
Anna Simpson: Los líderes de negocios acostumbran justificar una conducta competitiva con la frase “la supervivencia del más fuerte”. ¿Qué responde a eso?
David Sloan: La competencia no es necesariamente mala. De cierta forma, la evolución se trata de competencia. Pero la idea de que la sociedad puede funcionar basada en la competencia desregulada (lo que algunas veces llaman fundamentalismo del mercado) está equivocada.
¿Cuál es la base teórica de esta visión de que el interés económico personal automáticamente resulta en el bien común? Es la mano invisible, el concepto de Adam Smith, a la que la economía neoclásica le atribuye vida propia. Pero esto no va de acuerdo con lo que sabemos sobre nuestra especie.
En las últimas décadas de la biología evolutiva se ha desarrollado algo que llamaríamos “ciencia de la cooperación”. Ahora podemos especificar a detalle qué se necesita para que un grupo trabaje bien junto. El hecho de que han surgido pequeños grupos cara-a-cara como unidades humanas naturales resulta muy estimulante para la gente en movimientos cooperativos. Hasta hace 15,000 años, la única forma social que existía eran pequeños grupos de humanos. Como dijo Toqueville, “la aldea es la única asociación que es tan perfectamente natural que…parece que se constituye a sí misma”. Hemos desarrollo una serie de instintos que consideramos como nuestra sicología moral y que nos hace funcionar muy bien en grupos chicos, siempre que se sigan ciertas condiciones.
En EUA, la gente está hablando de una segunda ilustración. Hemos aprendido tanto desde la primera que ya es tiempo de repensar la teoría social. Necesitamos volver a los orígenes.
¿Cuáles son estos ingredientes condicionantes para la colaboración?
Las condiciones fueron establecidas por Eleanor Ostrem, quien ganó el premio Nobel de Economía en 2009. Antes que nada, el grupo necesita una identidad fuerte, es decir, un propósito compartido. Después, los costos y beneficios deben ser proporcionales para evitar que algunos hagan el trabajo y otros disfruten los beneficios. La tercera condición es la toma de decisiones consensuada porque a nadie le gusta que le digan qué hacer. La pregunta es, “¿Tengo éxito a costa tuya o tenemos éxito?” El proceso debe ser monitoreado y la solución de conflictos debe ser justa y rápida. Las últimas condiciones tienen que ver con el contexto social amplio del grupo: necesita cierta autonomía y las mismas condiciones deben ser aplicadas a sus relaciones con otros grupos. ¡Es un mapa bien detallado!
¿Qué tan grande cree que sea el reto de mover a los negocios y a los mercados que dominan actualmente la economía hacia un modelo colaborativo?
Creo que es perfectamente posible porque mucho depende de la forma en la que veamos las cosas. Otro mensaje de la evolución es que somos una especie dependiente de la cultura. La forma en la que nos comportamos no solo se debe a nuestros genes. Generalmente, se debe a nuestras teorías, ideologías y a la forma en la que vemos al mundo. Entonces, si tienes una cierta serie de ideas que causan que veas el mundo de forma particular, esto gobierna nuestro comportamiento. Nuestra narrativa actual enfatiza el interés individual. Si podemos adoptar una nueva narrativa, de pronto habrá nuevas posibilidades, nuevas soluciones que podemos probar. Podemos ser mucho más científicos sobre cómo llevamos este proceso de evolución cultural. Pensemos sobre lo que ciertamente pudiera mejorar nuestra calidad de vida. Implementémoslo. Luego evaluémoslo.
Ciertamente, mucha de la cultura actual está basada alrededor del logro personal, las posesiones personales, la expresión personal…
¿Diría que necesitamos alejarnos del “culto” al individuo?
Sí. Enfoquémonos en la frase “el culto al individuo”. “Culto” significa que es algo en lo que creemos, algo que adoramos. Hay un artículo maravilloso, publicado por la revista Atlantic hace algunos años, llamado “El Mercado como Dios”. El autor es Harvey Cox, un estudioso de las religiones que empezó a leer el Wall Street Journal y se sintió como en casa porque la forma en la que el periódico habla acerca de la Economía y el mercado es justo como la gente habla de Dios. Cox lo explica. Debemos darnos cuenta de que la forma en que pensamos como individuos es una especie de culto. Necesitamos cuestionarlo: se nos debe ocurrir otro culto, uno que sea más constructivo y más consistente con la forma en la que realmente somos.
¿Cómo nos hemos alejado tanto de “la forma en la que somos realmente”?
Resulta instintivo crear un grupo, pero no tomamos automáticamente todos esos ingredientes del éxito. El mundo está lleno de grupos que carecen de esos ingredientes. Observa una situación escolar típica: no hay un sentido fuerte de identidad de grupo; no hay consenso en la toma de decisiones.
¿Hay un rol de liderazgo para ayudar a los grupos a cultivar estas cualidades?
Hay un gran libro de Mark van Vugt sobre liderazgo desde una perspectiva evolutiva llamado “Seleccionados naturalmente”. Dice que hay dos conceptos de liderazgo. Por un lado tienes a un primate líder dominante: un bravucón, alguien que intimida a todos y toma todo. Cuando las sociedades tienen ese tipo de dominancia no funcionan bien. Por otro lado, hay una forma de liderazgo más responsable: el líder como anfitrión, que funciona con capacidades coordinadoras.
La mejor forma de liderazgo es una en la que el líder es responsable, da cuentas y hay un cierto control de abajo hacia arriba. Pero si el grupo es extremadamente pequeño, no necesitas a un líder. ¡Esto fue una gran sorpresa para los antropólogos! Durante la era de la exploración irías a ver a una tribu y dirías “¡llévenme con su líder!” Pero no había líder porque eran sociedades igualitarias.
¿Qué tan importante es que haya mujeres en roles de liderazgo?
Igualdad y oportunidades equitativas son esenciales. Pero hay una verdadera tendencia a mostrar nuestras diferencias todo el tiempo. Sí, hay diferencias biológicas, pero es impresionante cuan errados hemos estado respecto de las capacidades de la gente, especialmente de las mujeres. Debemos estar más impresionados de nuestra flexibilidad cultural. No creo que sea cierto que las mujeres tienen necesariamente una visión distinta del liderazgo. Pero si queremos fortalecer la cooperación, entonces debemos esforzarnos por un mayor involucramiento de todos los marginalizados.
David Sloan Wilson es un Profesor Distinguido de Ciencias Biológicas y Antropología de la Universidad de Binghamton.
AUTOR Anna Simpson