El periódico El Universal recuerda una de las obras que entregó el presidente Felipe Calderón al final de su gobierno y que nunca fueron completadas ni puestas en operación. Este es el caso del denominado “Bioparque Urbano San Antonio” que fue construido en una zona de la Ciudad de México que parece olvidada por la planeación urbana.
Algunas personas recordarán esa imagen que ocasiona pena ajena en la que Felipe Calderón demuestra sus habilidades en el deporte de aventura. Sí, el de la foto es el presidente inaugurando el parque el 29 de noviembre de 2012. El proyecto estuvo a cargo del gobierno federal a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Casi un año después, todos los servicios que ofrecía este parque, como una biciestación, servicio de comida y la misma tirolesa que usó el ex mandatario, no están en funcionamiento y permanecen cerrados al público.
En un recorrido, El Universal constató que el café Lago y Vivero, la biciestación y el muro de escalada no están en operación. Los guardias del lugar aseguran que aún no hay fecha para que comiencen a dar servicio, ya que no se ha contratado al personal que los opere.
Así que el centro sustentable y de servicios recreativos, que tuvo una inversión de más de 70 millones de pesos, es —hasta el momento— otro parque más en la ciudad.
Afuera del lugar, ubicado en Avenida Central 300, en la delegación Álvaro Obregón, se lee un anuncio donde se solicitan jardineros.
Según datos de la Semarnat, “aún se analiza la forma en la que operarán dichos espacios”, aunque los logos de la nueva administración ya se pueden ver en los servicios que todavía no están en operación.
También se esperaba que este lugar recibiera más de 600 mil visitas al año, pero durante el recorrido se pudo constatar que permanece vacío y algunas de las áreas verdes están en mantenimiento.
Obra accidentada desde su arranque
Al anunciarse la construcción de este parque, la Semarnat explicó que se convertiría en “un pulmón de la ciudad” y sería “un ejemplo de sustentabilidad”.
También se catalogó como uno “de los espacios más verdes, divertidos y sustentables de la ciudad, que contempla los procesos más avanzados de consolidación de taludes, protección, mejoramiento de suelo, control de escurrimientos, captación de agua de lluvia y tratamiento de agua”.
El parque tuvo complicaciones desde su construcción. Con un presupuesto aprobado por más de 200 millones de pesos, sólo se ejercieron 71 millones 665 mil pesos, según el informe de Rendición de cuentas de la Semarnat.
En octubre de 2011, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público reservó fondos “que impidieron el ejercicio de los recursos restantes autorizados”, explica la dependencia.
La construcción también se atrasó más de 11 meses y terminó a marchas forzadas a final del sexenio por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), cuando el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) se retiró dejando la obra inconclusa.
El Bioparque tiene una superficie de 60 mil metros cuadrados y formó parte de la empresa La Tolteca, Compañía de Cemento Pórtland, S.A., para la instalación de una planta cementera.
Con fecha de 21 de octubre de 1986 el gobierno federal acordó con la empresa la compra del predio para destinarlo como parque ecológico. Desde su adquisición, el terreno se mantuvo baldío. Se trata de un inmueble donde las únicas intervenciones que ha sufrido desde finales de los ochentas se deben al depósito de residuos sólidos.
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