Vacas felices, mujeres capacitadas, niños que comen sus legumbres…sólo tres de una vasta selección de beneficios que fluyen del agua limpia. Sadie Ramm reporta desde Etiopía.
Kuleytu Girmay tiene 38 años y cinco hijos. Gracias a una nueva toma de agua en su aldea, de la cual ella ha sido asignada como guardia local, ha logrado pagar sus préstamos y mandar a sus hijos a la escuela. Su “salario” por este nuevo papel es cualquier agua que se fugue de las llaves y bebederos, la cual recolecta para regar sus acelgas, papayas y guayabas. Ahora ella tiene suficientes vegetales para vender en el mercado debido a que ha aumentado la productividad de sus sedientos cultivos. “Yo era una de las más pobres antes de empezar este jardín. Ahora puedo pagar mi préstamo bancario y soy libre.” Girmay es solo una de los individuos cuya vida ha cambiado por un proyecto de WaterAid en el norte de Etiopía, donde Ecover ha forjado una asociación de 3 años con la organización civil internacional para llevar agua limpia y saneamiento a cerca de 14,750 personas.
Etiopía es uno de los países más pobres en la Tierra, en donde solo una quinta parte de la población tiene acceso a agua limpia y un poco más de la décima parte a saneamiento. No es cosa rara que las mujeres caminen hasta cinco kilómetros para recolectar agua (sucia) y llevarla a casa en garrafas de 25 litros sobre su espalda. Los problemas de salud derivados de esta agua sucia son abundantes e incluyen enfermedades de la piel y problemas gástricos severos, con consecuencias como ausentismo escolar y altos costos médicos.
A pesar de este esfuerzo diario, el agua es escasa: la norma es diez litros por persona por día. Beber y cocinar son la prioridad, por lo que bañarse y lavar la ropa o regar las plantas son empujados al final de la lista. La gente se está tambaleando al filo de una crisis alimentaria debido a que la producción de vegetales es dependiente de la cada vez más esporádica lluvia.
WaterAid se ha asociado con la altamente influyente Iglesia Ortodoxa Etiope para enfrentar estos problemas a través de sus 40,000 parroquias alrededor del país, que ayudan a involucrar a la comunidad en la construcción y mantenimiento de instalaciones como pipas y letrinas.
El proyecto está basado en la región montañosa de Tigray, en donde la organización civil WaterAid ha optado principalmente por sistemas de flujo gravitacional. El agua es entubada desde la fuente para protegerla de cosas como estiércol de animales, parásitos e inundaciones locales en la temporada de lluvias y es llevada a las aldeas usando nada más que gravedad. Además de llaves, algunas aldeas tienen bebederos para el ganado, lavaderos y regaderas rudimentarias.
También se están probando letrinas de biogás, usando residuos animales y humanos para producir metano a través de un proceso de digestión anaeróbica. El gas es entubado hasta los hogares para ser usado en estufas y lámparas, ahorrando madera y dando luz para que los niños puedan estudiar. Los residuos de las letrinas de biogás forman un excelente fertilizante para los huertos caseros.
Los habitantes de las aldeas obtienen un sentido de derecho de propiedad desde el principio gracias a comités locales de agua, lo cual da una buena señal sobre el continuo éxito. Las personas son capacitadas para realizar tareas simples de mantenimiento, usando materiales fácilmente disponibles como cemento o arcilla. Otros están asumiendo el rol de educadores de salud comunitaria.
Las soluciones son simples y efectivas; los beneficios son espectaculares. Como dice Kuleytu Girmay: “Quiero que mis hijos sean educados y autosuficientes… Mis niños ya están acostumbrados a comer vegetales y les ha ayudado a su salud… La mayor diferencia es que estamos bebiendo agua limpia, hasta el ganado puede notarlo… Y las vacas saludables son importantes”.
AUTOR Sadie Ramm
FOTOS Cortesía de Water Aid/Marco Betti