Mercado libre, creer en la abundancia

Lo que para alguien es basura para otra persona es un tesoro. Todo lo que necesitamos está al alcance y no tenemos que comprarlo.

Hace unas horas terminó un día más de mercado libre; en la granja ecológica donde vivo en el norte de Israel organizamos este mercado el último sábado de cada mes. Es un espacio en el que las personas pueden traer las cosas que ya no quieren y llevarse lo que sí les es útil. Algunos traen y no se llevan, otros se llevan y no traen, algunos solo vienen a curiosear o a ver amigos. Ropa, libros, música, juguetes, objetos de todo tipo, electrónicos, electrodomésticos, zapatos, la lista es larga… hay de todo y para todos los gustos. Durante las 6 horas que dura el mercado llegan israelíes, árabes, turistas; llegan los trabajadores filipinos y tailandeses a buscar cosas para mandar a casa, los locales con sus hijos, las señoras de clase alta con bolsas llenas de cosas que ya no les sirven, los hippies, los cirqueros que buscan disfraces, los curiosos, los que llenan bolsas y bolsas de cosas que hace unas horas no necesitaban y por las que ahora se arrebatan.

Todo lo que necesitamos está allá afuera y solo es cuestión de pedir y el universo proveerá, antes de cada mercado hacemos una lista de cosas que necesitamos y una sorprendente cantidad de lo que ordenamos llega. Es cuestión de creer, de soñar y de darle a los objetos de segunda mano una oportunidad antes de que acaben en el tiradero.

El “shuk” (mercado en hebreo) es multicolor y en cierta forma un reflejo de la sociedad occidental, en una cultura que se dedica a promover sin descanso el consumismo los bienes materiales abundan pero no alcanzan a llenar el vacío espiritual y sentimental que hoy caracteriza al mundo capitalista. Hay sin embargo una pequeña salida, un espacio en el que tenemos la oportunidad de dejar ir lo que no necesitamos, de comprobar que en verdad hay suficiente para todos y que en realidad no necesitamos muchas “cosas” para ser felices.

FOTO Dalia Bali

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Dalia Bali

Ecofreak, nadadora, fotógrafa, permaculturalista y bailadora. Sabe un poco de todo y de nada al mismo tiempo. Maestra en Tecnología Ambiental por el Imperial College London y es diseñadora en permacultura.

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