A través de la página de AVAAZ comenzó una recolección masiva de firmas para rescatar a 27 delfines que fueron capturados mientras recorrían las aguas de las Islas Salomón y que, de no ser devueltos a su hábitat, formarán parte de las atracciones en torno al complejo hotelero Resorts World Sentosa, localizado en Singapur. La petición, que apuntaba a juntar 500,000 firmas, ya pasó el mínimo requerido y va por más.
De los 27 delfines capturados dos murieron en su translado a Filipinas, donde está el resto esperando que las instalaciones de Singapur estén terminadas.
Su amplio mundo se ha convertido en un tanque sin estímulos, sin vida marina. No pueden cazar. Saltan pidiendo peces muertos que les dan en cubetas. No tienen espacio para moverse y sólo pueden ir de adelante hacia atrás. Esto terminará por enloquecerlos. Los delfines en discordia, acostumbrados a nadar libremente, se encuentran ahora encerrados en pequeños tanques, condenados a un cautiverio del que ni la mitad saldrá con vida. Al ser sometidos al encierro, los delfines se deprimen y algunos llegan a suicidarse.
Los delfines son criaturas altamente sociables acostumbradas a vivir en grandes familias. Son animales capaces de un alto grado de inteligencia emocional y muy inteligentes. Nadan juntos a lo largo de 100 kilómetros al día. Extraer a estos animales de su habitat, separarlos de su manada y ponerlos en un tanque para usarlos como entretenimiento de turistas ignorantes resulta en una crueldad.
“Para capturar a un sólo delfín, es necesario matar al menos a cuatro de sus compañeros de manada”.
Entre el 30% y 80% de los delfines muere durante la captura, por asfixia en las redes o por heridas causadas en el proceso. Otros mueren poco después de estrés, pánico y traumatismo. Para capturar a un sólo delfín, es necesario matar al menos a cuatro de sus compañeros de manada.
El cuerpo de un delfin no está adaptado a la temperatura ambiente ni al efecto de la gravedad, así que cuando es sacado del agua puede sobrecalentarse rápidamente. Ese cambio de presión en su cuerpo puede afectar a sus órganos y causarle severos dolores y calambres permanentes. ¿Imagina lo que se siente padecer todo eso durante al menos diez o doce horas mientras son transportados a un nuevo tanque de agua? Estos calambres pueden causar inmovilidad permanente al delfin, quien una vez lanzado al agua, puede asfixiarse hasta la muerte.
El explorador Jacques Cousteau dijo: “Ningún acuario, por más amplio que pretenda ser, puede duplicar las condiciones del océano, y ningún delfín que habite uno de estos parques acuáticos puede considerarse saludable”.
La gente confunde el gesto de aparente sonrisa de los delfines y cree que ellos están contentos a pesar del cautiverio.
En la gran mayoría de los delfinarios o zoos marinos los animales nadan en albercas. En pocos, son ubicados en albercas de agua natural o directamente en aguas naturales cercadas para evitar que escapen.
Los delfinarios venden diferentes tipos de “servicios” y “espectáculos” para el entretenimiento del público, donde los cetáceos saltan, bailan o nadan al ritmo de la música. También los hay de acrobacias marinas junto a los entrenadores. Uno de los programas que mayor éxito está teniendo en la actualidad es el de “nadar con delfines”, donde los turistas pagan una cifra para nadar, tocar y estar en contacto con los delfines, fotografiarse y registrarse en video con ellos.
Todo el público que paga una entrada a estos parques o delfinarios, apoya con su dinero a la explotación y esclavitud de los delfines, que sólo actúan o ejecutan lo que el espectáculo demanda para recibir comida. Un animal saciado no actúa: debe tener hambre para buscar su recompensa. El público, eufórico por ver los saltos, piruetas y la sonrisa de los delfines, ignora totalmente cómo llegaron ahí y cómo son tratados y cuidados estos animales.
Ayudemos a que Resorts World recapacite y devuelva a los delfines al mar. Firma la petición y por favor no asistas a espectáculos con animales.
FOTO Dann Rogers