La Maca, maravilla de los Andes

La Maca o Lepidium meyenii, como su nombre botánico la bautiza, nos transporta a los 1600 A.C. en zonas donde habitaban ancestros preincaicos. La historia narra que los incas la convierten en tesoro de dioses y la utilizaban en rituales religiosos. Se consumía cruda, deshidratada, hasta en procesos de cocción en panchamancas (hornos de leña bajo tierra), como también en mazamorras y fermentaciones al estilo de la “chicha”.

Los super-alimentos que venimos estudiando narran historias fascinantes desde que se descubren, se valoran en su mayoría por sus poderes medicinales, se cocinan con técnicas ancestrales, hasta llegar al siglo XX donde la mayoría se convierten en víctimas de los grandes motores farmacéuticos, volviéndose invisibles y ajenos a nuestra propia alimentación.

Hoy la Maca, es nuestra elegida. Un tubérculo nativo de las punas, mesetas de los Andes Centrales Peruanos a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar. Esta planta crece bajo condiciones climáticas extremas y en tres distintas expresiones: roja, negra y amarilla, cada una con distintas características pero beneficios comunes.

Cuentan las leyendas que es abundante cerca del lago Junin peruano y que durante la conquista, los españoles temían que sus caballos tuvieran problemas de reproducción debido a la dificultades climáticas y la alimentación a semejantes alturas. Pero la historia es todavía más fascinante al leer que los nativos de Ninacaca recomendaban darles de comer maca y que los resultados fueron tan exitosos que hoy día se encuentran crónicas escritas por varios de los colonizadores sobre la maca y sus propiedades fertilizadoras en ambos sexos.

La maca vive su renacimiento en el siglo XX cuando toma una importante presencia científica, especialmente como materia prima en la industria farmacéutica donde la comienzan a estudiar, investigar y a redescubrir sus propiedades energizantes, vigorizantes, de estamina y alto rendimiento. Ya está comprobado su alto contenido de proteínas, hierro, calcio, aminoácidos, carbohidratos y fibras que se asemejan a las del trigo, el arroz, y el maíz. Algunos abogan por sus propiedades afrodisiacas y antidepresivas y la llaman “Viagra de los Incas” o el “Ginseng de los Andes”.

Retomando su renacimiento en el siglo XX, la encontramos seca y pulverizada, en cápsulas como medicina y como suplemento alimenticio. Aquí me detengo a analizar por qué, quién y cómo permitimos los Andinos que se volviera tan ajena a nuestra realidad. ¿Cuántos de nosotros, nativos del continente americano y provenientes de los Andes, conocemos sobre ella? ¿Cuántos alguna vez la escuchamos hablar en casa, en la escuela o verla disponible en los mercados o en la carta de algún restaurante de comida andina? Es aquí donde debemos sorprendernos de los tesoros que nos han dado nuestros suelos americanos, pero aún más sorprendente es entender cómo nos dejamos alejar tan bruscamente de ellos.

Hoy los invito a buscar la maca en una tienda naturista y experimentar con ella en la cocina. Nunca es tarde para comenzar a incluir este delicioso super-alimento en nuestra alimentación. Por ejemplo, es muy fácil usarla para cocinar y preparar batidos con frutas y leches vegetales, espolvorearla en vegetales cocidos, mezclarla en un puré de papás, en cremas, entre muchas otras delicias. ¡Hasta el próximo super-alimeto: la LUCUMA!

Carolina Daza

Estudió una maestría en Arte-Cultura y Alimentación en New York University (EUA) y trabajó como Directora Artística en la Escuela de Artes TISCH. Apasionada por la antropología cultural, el yoga, la cocina natural, la escritura y la fotografía. Creó Ecocozina -www.ecocozina.com- su propio proyecto de vida hace siete años como su agente para desarrollar exitosamente nuevos enfoques de vida saludable y creativa alrededor del mundo.

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