Koyaanisqatsi

A 25 años de la epopeya visual

En el año de 1983 apareció de manera discreta en los cines de los Estados Unidos una película que poco duraría en cartelera e incluso apenas pudo recuperar su inversión. Auspiciada por Francis Ford Coppola, el director Godfrey Reggio ofreció a través de Koyaanisqatsi un discurso visual que vendría a ser un importante catalizador de muchas de las inquietudes ambientales de los años 60’s y 70’s.

Reggio se forjó como un artista visual interesado en cómo las imágenes afectan sensiblemente la vida del hombre, pero con el paso del tiempo, se volvió un actor indispensable en el estudio de los medios y su vinculación con la organización de las comunidades.

A través de esta majestuosa obra fílmica, el realizador plasmó un manifiesto lleno de yuxtaposiciones entre el hombre y la naturaleza. Libre de cualquier diálogo y sin más apoyo que la música de Philip Glass, la película nos asoma a un mundo construido por el hombre que se halla fuera de balance y en pleno frenesí de continuo crecimiento. Imágenes de nuestras ciudades, de nuestros actos condicionados sistemáticamente, de la red que soporta nuestra vida moderna confeccionan esta hipnotizante película que hace ya 25 años apareció.

Y aunque pareciese que esta obra sea una alabanza a la vida moderna en todas sus facetas, subyace en ella una revelación en el enorme distanciamiento de nuestra vida tecnocrática y el entorno natural como soporte de toda forma de vida. De una manera extremadamente sutil y elegante, Reggio deja claro que “respiramos” tecnología todo el tiempo y que ello invade todos los aspectos de nuestra vida, sea la política, la cultura, la educación y la estructura de un país. Paradójicamente a través de la sucesión de imágenes, el espectador queda conmocionado por la artificialidad evidenciada y lo frágil de nuestros sistemas de vida.

A través del ciclo de la película, el inicio y conclusión del mismo se manifiesta con una pregunta antropocéntrica sobre nuestro lugar en la tierra, nos recalca la creciente desconexión con nuestro ambiente y nos invita a hacer una reflexión sobre la perplejidad de nuestro devenir.

Autor: Adrián Peña

Este artículo fue publicado originalmente en Reconecta 01 (invierno 09).

Adrián Peña

Arquitecto melómano y admirador de la naturaleza. Viaja en cada trayecto que hace por el placer de encontrar nuevas experiencias, especialmente en aquellas dónde el color de la naturaleza invada el paisaje. Se inspira en el sonido para crear espacios internos, que transmite a través de escritos, objetos y pláticas de café. Deliberadamente crítico sin perder la pizca de ingenuidad que ronda su aura.

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