Nadie dijo que ser verde fuera fácil. Eso de estar pensando en el ambiente, en que si se está contaminando, en el uso del auto y en las focas y las ballenas conlleva mucho esfuerzo. Pero, verdaderamente, una cosa es no ser verde y otra ser un verdadero “Greench”.
No estoy diciendo nombres por eso no te lo tomes personal. Pero no es nada atractivo ser esa figura parecida a la creada por el mismísimo Dr. Seuss que en lugar de odiar la Navidad, odia tener que poner de su parte para un planeta mejor. En mis tiempos, el mejor ejemplo de un “Greench” era el Ecoloco. El personaje salido del programa de televisión llamado Odisea Burbujas que tenía el lema de “mugre, basura y smog”. Bueno, hasta lo cantaba.
Al Ecoloco moderno lo llamo Greench. Nada más que este no es sucio como el otro, ni tampoco vive en condiciones de pobreza o marginación. Al contrario, se baña todos los días y durante largo tiempo. Su preocupación por el desperdicio de agua y gas es nula. Puede estarse parado en la regadera horas y horas remojándose y pasándosela de lo lindo. Como rasurarse es un arte, no puede preocuparse sino de la tersura de su piel y evita distracciones como cerrar la llave cuando no está ocupando el agua.
El Greench no tiene unos botes de basura como medio de transporte, sino autos que consumen mucha gasolina que utiliza hasta para ir a la esquina. El gasto de combustible es lo de menos, siempre y cuando la potencia sea la adecuada. Nunca lo vas a ver caminando y ensuciando sus costosos zapatitos de pieles exóticas. También lavará y cuidará sus coches como si fueran lo más preciado.
Otra diferencia con su antecesor es que sí puede vivir rodeado de plantas. Claro, no plantas nativas ni las que más favorezcan su entorno, sino las que se vean bonitas y luzcan muy bien. Tampoco lo verás rodeado de basura. Siempre tendrá los últimos accesorios electrónicos, la televisión más grande, la computadora más potente y el celular más nuevo. Lo que pase con los que tuvo anteriormente no es importante. Los desechará sin fijarse en el impacto que tengan.
En su trabajo promueve las campañas publicitarias de gran impacto cuyos insumos manda a hacer a China por su bajo costo. Le satisface ahorrarle dinero a la compañía y por lo mismo no le importa si una de las fábricas desecha contaminantes a los mantos acuíferos . Tampoco le preocupa hacer más de lo que se le exige para que no clausuren la empresa, hace lo mínimo indispensable que exige la ley.
Eso sí, una cosa es ser Greench y otra no poner en tu Facebook un reclamo contra la matanza de focas en Canadá con su respectivo video. ¿Será que le remuerde la conciencia o que en realidad le gusta ver la manera en la que le dan catorrazos a las focas?
FOTO Chernobyl Bob