Comida gratis
De entre las corrientes ético-alimentarias que existen se encuentran los vegetarianos, ovo-lacto-vegetarianos, crudívoros, frugívoros y los que comen de todo, excepto humanos, u omnívoros. Existe una corriente ético-alimentaria denominada freegan y cuya nomenclatura proviene de free=gratis y la terminación an que se tomó de la palabra vegan o vegano. Serían algo así como gratuitarianos.
Los pepenadores y los que se alimentan de cosas de la basura por necesidad no serían propiamente freegans ya que carecen de la ideología. Tampoco llamaríamos freegan a aquel soltero que, convenientemente, llega a casa de su mamá a la hora de la comida con el afán de ser invitado y que al concluir carga con un itacate. Un freegan no es el amigo al que siempre se le olvida la cartera al momento de la cuenta. Los freegans son un grupo de personas que se alimentan y en ocasiones visten y decoran con lo que desechan los demás como una manera de demostrar que el desperdicio está destruyendo al planeta.
Buscan emplear estrategias alternativas para limitar su participación en la economía y en el consumo de recursos. En algo tienen razón. No basta sino asomarse al bote de un restaurante de comida rápida para ver la cantidad de papas fritas que se desperdician en un día. ¿Te has fijado? Son pocas las personas que se las comen todas, pero aún así siempre nos venden el paquete grande. Por lo que si ya se gastó en cultivar y freír la papa, lo de menos es que alguien se las acabe ¿no? Claro que las papas fritas después de cinco minutos no saben bien y, hasta en eso, los freegans son selectivos.
Algunos freegans no se limitan sólo a obtener comida gratis, sino que también, en la creencia de que el derecho a la vivienda es superior al derecho a la propiedad privada, invaden casas y lugares deshabitados para vivir. Otros también se transportan por “aventón”, ya que un auto con lugares vacíos está desaprovechado. Por si se lo preguntaban, no, los de la Asamblea de Barrio, no son freegans.
Y, ¿si yo fuera freegan? Lo primero es que me tendría que mudar a otro país. Aquí todavía no reciclamos de manera limpia como para poder encontrar algo bueno en la basura. Sin mencionar, que existen los bancos de alimentos, que ya cuentan con acuerdos en diferentes supermercados y en la central de abastos para donar los alimentos que todavía son aceptables para consumo humano, pero que ya no lo son para su venta. Ni hablar de hacerme de una buena televisión porque de aquí a que un ama de casa se anime a tirarla ya se le fundieron los bulbos.
Creo que para seguir esa corriente, seguiré cayéndole a mi mamá a comer todos los miércoles, a mi suegra los viernes y a mis cuates los fines de semana.
Este artículo fue publicado originalmente en Reconecta 02 (primavera 09).