Esta es la primera película de acción de la historia, protagonizada y narrada desde el punto de vista de un animal no humano, un personaje con características humanas que puede desarrollar estrategias, organizar y conducir a su especie a una revolución y con quien la audiencia puede sentirse identificada.
El director Rupert Wyatt decidió no usar un solo simio en la filmación de la película, ya que está conciente de que los chimpancés usados en entretenimiento generalmente son separados de su madre a corta edad, lo cual les causa un terrible daño psicológico a ambos. Los entrenadores usan métodos de abuso físico y psicológico para infundirles miedo y suprimir en ellos instintos y forzarlos a actuar. Rupert explicó que el tema central de su película es el trato inhumano y cruel que damos a los simios en cautiverio. En su película ellos son los héroes y los humanos los villanos; el director dijo que lo “peor que podía hacer para no dejar claro su mensaje era usar animales”.
Rupert ganó el PETA Proggy Award, que aplaude a celebridades, empresas y productos respetuosos con los animales y que lanzan un mensaje en pro de sus derechos.
Esta película nos hace pensar en el caso del reciente rescate de 38 chimpancés, quienes después de pasar más de 30 años enjaulados y sometidos a pruebas de laboratorio que incluyeron inyecciones de hepatitis y sida, fueron liberados en un refugio de animales en Austria.
Los animales, que por primera vez vieron al luz del sol desde que eran crías, pertenecían a una poderosa compañía farmacéutica que los utilizaba para experimentos. Al salir de su prisión “se abrazaron, se rieron. Imagine, estaban en prisión todo este tiempo y, de repente, se abre la puerta”, comentó Michael Aufhauser, fundador del parque Aiderbichl, localizado a pocos kilómetros de la ciudad de Salzburgo (Austria), nuevo hogar de estos primates y que abarca una superficie de 2 mil 500 metros cuadrados al aire libre.
El tema de la experimentación con primates ha sido un tema polémico que sin duda tiene que entrar en una mesa de debate que ponga fin, al menos, al uso de los Grandes Simios en laboratorios. Este debate debe comprender estudios no sólo sobre el impacto físico que tiene en la salud de los chimpancés, quienes semana tras semana son sometidos a biopsias hepáticas y cada año infectados con VIH o hepatitis, por mencionar los experimentos más comunes, sino que se debe poner atención también en los efectos psicológicos de los animales, quien la mayoría de las veces jamás recobran un estado mental saludable.
La mayoría de las veces, a los primates usados en laboratorios se les deja morir de la enfermedad que se les ha infectado o son sacrificados cuando el experimento no tiene más sentido o ha fracasado.
El Planeta de los Simios nos habla de una (R)Evolución donde los seres humanos deberíamos ser más humildes en nuestro papel como habitantes de la Tierra y comportarnos como guardianes y no explotadores y tiranos de especies no tan distintas a la nuestra.
FOTO 20th Century Fox