Cuando se habla del cambio climático se escucha casi siempre un argumento: la sobrepoblación. Este argumento está apoyado en hechos precisos y una manera de pensar que tiene su lógica. Somos demasiados en esta Tierra y no lo puede aguantar.
Este es un hecho verdadero si tomamos en cuenta que todos o una gran parte de los seres humanos aspiran a vivir como los estadounidenses o los europeos. En este caso sí, somos demasiados. Por ejemplo, si todos los seres humanos empiezan a vivir al ritmo de los habitantes de EUA, la tierra y todo lo que hay en ella, está en grave peligro . Habría que reducir la población humana.
Pero esto es una utopía tan grande como la de pensar que todos tenemos que regresar a las cuevas para vivir mejor. Esto es bastante imposible. Plantear la sobrepoblación como responsable del cambio climático es una afirmación poco útil y además bastante peligrosa. ¿Que tendríamos que hacer? ¿Matar a una parte de la población? ¿Tener un control más firme de los nacimientos y favorecer a un mayor envejecemiento de la población? De hecho, la evolución ya se está encargando de esto, la tasa de fertilidad está a la baja a nivel mundial; tenemos menos hijos en todo el mundo. De todas formas, necesitamos niños pues son el futuro de nuestra especie.
En serio, somos casi 7 mil millones de seres humanos en este planeta, no somos demasiados, consumimos demasiado. El problema se sitúa más en la manera de cómo vivimos que de cuántos somos. Esto se confirma al dar un vistazo a los datos. Los expertos estiman que producimos suficiente comida para alimentar a más de 12 mil millones de seres humanos, hay espacio para todos, y agua limpia -todavía- en cantidades suficientes para saciar al mundo. El problema no es la escasez de los recursos básicos para la sobrevivencia del ser humano, es cómo los utilizamos.
En el caso de la comida por ejemplo, producimos más comida para alimentar a los animales que luego comemos que para alimentarnos. El 75% de la superficie agrícola del mundo es utilizada para producir comida para los animales. A pesar del costo ecológico, la situación es dramática cuando evaluamos que por ejemplo un kilo de carne de res necesita alrededor de 10 kilos de granos. Aquí perdemos 9/10 de la comida para comer solo 1/10. Ni siquiera necesitamos la carne para sobrevivir, es más cuestión de cultura y de prestigio. Además de eso, se ha calculado que en Europa y los países desarrollados, más de 35% de la comida producida termina en la basura de los propios productores, los supermercados o en nuestras casas. El sistema alimentario actual está lleno de desperdicios. En los países menos desarrollados se calcula que el 10% a 20% de la comida se tira. Los supermercados son un buen ejemplo de esta locura y de la ilusión de la abundancia que llena nuestra basura.
En México, estiman que se desperdicia cerca de 23 mil toneladas por día y 62.5 % de la superficie agrícola se utiliza para el ganado.
Respecto al hogar, hay millones de casas vacías por todo el mundo o casas de vacaciones que son utilizadas por sólo unas semanas al año, además hay millones de hoteles vacíos por una buena parte del año. Nuestro gusto por el lujo y la idea de que poseer es bueno hace que millones de personas no tengan techo y otros no tengan buenas condiciones de vivienda.
En el caso del agua, tenemos un mal ejemplo de su manejo en empresas como Coca Cola que utilizan el agua pura para llenarla de azúcar y contaminando los ríos al mismo tiempo. Si esto no existiera, tendríamos suficiente agua para todos.
Si es un problema el que buscamos, aquí hay una pista. Tenemos suficientes recursos para satisfacer al doble de la población actual sin que se destruya…hoy ya producimos bastante. Todo es cuestión de distribución y de consciencia personal. Los responsables no son sólo los grandes grupos y los supermercados…ellos solo buscan satisfacer nuestros deseos. La locura que representan viene de nuestros caprichos y nuestra mala cultura de querer siempre más.
Somos el cambio, y podemos encontrar la alternativas para comer localmente, reducir nuestro consumo de carne hasta suprimirlo, comprar sólo lo que necesitamos, no tirar alimentos a la basura, no apoyar a las empresas que contaminan y gastan recursos, ahorrar el agua…ser conscientes que todos estamos conectados, todos somos uno.
FOTO Sanja Gjenero