Si bien alrededor del mundo, en cada país, cada ciudad, cada pueblo, existe el maltrato animal –institucionalizado y legal o como parte de “usos y costumbres”- sin duda hay sitios en donde como persona activa en la defensa de los animales se puede pasar un mejor o peor rato.
Tomemos tres ciudades europeas: Madrid, Londres y París. Como animalista se distingue la tendencia de cada sociedad en materia de tradiciones, gastronomía y vestimenta.
Madrid, por el tema de la tauromaquia jamás podría considerarse “animal friendly”. Resulta ofensivo ver en cada puesto de revistas, postales con imágenes de corridas de toros. Basta hojear una revista de sociales para darse cuenta que los toreros son considerados celebridades, una especie de héroes –aunque su vestimenta es más del tipo de súper héroes de cómic tipo x-men, lo digo por la capita y las medias rosas. El turista puede imprimir su nombre como torero en el cartel de una corrida y llevarlo como recuerdo de su viaje a España. También se puede comprar la calcomanía con el toro de Osborne, banderillas con papel de china o figuritas de toros con banderillas en el lomo.
En cuanto a la manera de vestir, las madrileñas entre 40 y 75 años aún visten con pieles como si estuviéramos en la edad de las cavernas.
Si bien Madrid tiene buenos restaurantes vegetarianos, en los que no lo son, la única opción es la típica ensalada con una lechuga pálida, tomates, aceitunas y cebolla cruda.
Londres es por mucho, de las tres, la ciudad con más opciones vegetarianas y veganas, y para encontrarlas no tenemos que ir a un sitio en concreto, sino que prácticamente cada lugar ofrece platos marcados con “V”, los cuales es posible transformar en veganos sin que el mesero se muestre sorprendido o ignorante de lo que esto significa.
Respecto a las pieles, no se ven muchas en la ciudad. Hay buenas imitaciones y la gente joven no se inclina por este tipo de prendas, aunque recordemos que puños y cuellos de chamarras pueden ser de piel de gato y conejo y es mejor informar sobre esto en las campañas anti-peletería para evitar su consumo.
Evidentemente, la tauromaquia, como en la mayoría de los países, está prohibida, así que podemos dedicarnos a combatir otras formas muy británicas de abuso animal, como carreras de caballos, de galgos y la caza.
Pero sin duda, de las tres ciudades donde se percibe más indiferencia hacia el sufrimiento animal es París. Puede ser que las señoras amen a sus animales de compañía, pero a la hora de comer y vestirse comienza el desfile de cadáveres.
En invierno hay muchos abrigos de piel y no son exclusivos de señoras de edad, sino que chicas desde 25 años caminan orgullosas con chalecos o sacos de zorro, conejo o nutria. Cualquier tienda ofrece bufandas con colas de conejo o alguna aplicación de piel, y las revistas y celebridades promueven su uso.
“Proteger los derechos de los animales no humanos no se trata de dinero sino de cultura y tradición”.
En cuanto a la alimentación, a un francés le puede parecer ridículo no comer carne y el no comer queso es una especie de mal que sólo se explica por deficiencias en las papilas gustativas.
Para los franceses la comida es un refinamiento que compensa el sufrimiento animal. Los caracoles y el paté de hígado de ganso son considerados manjares donde el proceso para obtenerlos es algo en lo que no vale la pena pensar.
Al poner a estas ciudades como ejemplo no quiero decir que sean los mejores o peores escenarios posibles. Sin duda nuestros países latinoamericanos son un mosaico de indiferencia ante el dolor de otros seres, pensemos en la gran cantidad de animales abandonados, lo cual al menos no se ve en estas ciudades donde la adopción está mucho más arraigada.
Lo que quiero poner de relieve es cómo se nota al tan solo cruzar una frontera, una sociedad con una mayor cultura de protección a los animales y cómo esta no ha de ser tan difícil de alcanzar tomando en cuenta que los tres ejemplos pertenecen a países desarrollados.
A veces pretextamos dificultades económicas o sociales para alcanzar niveles básicos de bienestar animal. Pero, ¿qué pretextos tienen España o Francia para continuar con las corridas de toros o con la producción de foie gras? Los de siempre: cultura y tradición.
Inglaterra es también un país de grandes tradiciones y con un innegable legado cultural. ¿Qué hizo entonces que evolucionara hacia actitudes más respetuosas con los animales?
Gran parte de estos logros se deben al movimiento de los derechos de los animales, puntero en el mundo anglosajón; a un trabajo continuo de educación y sensibilización.
Cómo desearía que mi país algún día fuera un destino turístico, no solo amistoso con las personas –como ya lo es- sino también con los animales no humanos.
FOTO Gabriel Bergin