Existen muchas lecturas y posturas sobre las negociaciones de cambio climático de la ONU o COP17 en Durban. Yo, estoy del lado pesimista. ¿Por qué? En Durban, al igual que en Cancún y en Copenhague, parece que nos alejamos cada vez más de lograr acuerdos concretos para reducir el impacto de las actividades humanas sobre el clima con soluciones que ataquen el problema de raíz.
Las soluciones que se adoptan son cada vez más abstractas y difíciles de comprender para las personas que no se encuentran al tanto de la complejidad de este tipo de negociaciones, logrando un distanciamiento del problema en vez de involucrarlos para resolverlo en conjunto.
¿Por qué se dice que no hubo avances?
En la COP17 no se logró progreso alguno con respecto a la reducción de emisiones legalmente vinculantes, ya que no se acordó un segundo periodo de compromisos concretos. Aunque el Fondo Verde propuesto por México en Cancún durante la COP16 fue aprobado, no se acordó en algún tipo de mecanismo sobre la forma de financiamiento.
Al mismo tiempo, no se logró avance alguno en financiamiento para mecanismos de adaptación para prevenir que las consecuencias del cambio climático afecten catastróficamente a las comunidades más vulnerables. Pero lo que sí se acordó fue una provisión que permite que las empresas multinacionales e inversionistas tengan acceso directo a este fondo en lugar de que este fuera manejado por los mismos gobiernos. Esto habría permitido que los fondos sean dirigidos a proyectos de mitigación bajo esquemas de planes nacionales y no a mercados de especulación climática como los mercados de carbono. Finalmente, las negociaciones se alejan cada vez más del tema de la equidad climática y las recomendaciones basadas en los resultados del IPCC.
Para los fieles creyentes del mercado, en la COP17 se lograron importantes avances para alegar que los mecanismos de mercado son la mejor opción para combatir el origen de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, hasta el mismo Yvo de Boer es un gran optimista de los mercados
Pero al no haber forma de medir la efectividad de estos mecanismos con respecto a la disminución real de emisiones, estas soluciones se convierten más en una mina de oro de compra-venta de contaminación atmosférica, donde solo se benefician unos cuantos y los muchos ni se enteran. En realidad, estos mercados de carbono son más un incentivo para que los grandes emisores continúen contaminando y hacer una gran ganancia, impidiendo implementar acciones concretas, distrayendo las inversiones hacia proyectos donde los resultados son abstractos.
La “plataforma de Durban”
En Durban se acordó un nuevo proceso diseñado e impulsado principalmente por la Unión Europea llamado Plataforma de Durban (PD). Ésta es una base para desarrollar un nuevo protocolo o instrumento jurídico parecido que pueda ser aplicable a todos los países, haciendo a un lado el principio de responsabilidad común pero diferenciada. Este último, es un factor esencial para la equidad en la responsabilidad climática. La PD debe estar lista, según los acuerdos, para el 2015 y deberá entrar en vigor en el 2020. Esto significa que ahora existe un plan perfectamente bien entablado para no hacer absolutamente nada de aquí hasta el 2020.
“Esto significa que ahora existe un plan perfectamente bien entablado para no hacer absolutamente nada de aquí hasta el 2020”
Para muchos el PD es un gran avance, como lo ha dicho Yvo de Boer. Pero para otros, esto es un paso más hacia atrás, ya que parece que no existe memoria sobre los acuerdos antes tomados, desde el Acuerdo de Bali, tomado hace cuatro años, hasta el mismo Protocolo de Kioto, donde ya existen las bases necesarias para lograr disminuciones concretas, especialmente para los países desarrollados. Un grupo de países Anexo I (países desarrollados) entre ellos Estados Unidos, Canadá y Rusia, se dispusieron a bloquear un Segundo Periodo de Compromisos del Protocolo de Kioto (2CPK).
Un 2CPK no toma en cuenta las diferencias existentes entre países en desarrollo, como la existente entre Arabia Saudita o Tuvalu y esto ha sido el argumento principal de éstos países, los países Anexo II como China e India deberían de asumir una responsabilidad similar a la que el Protocolo de Kioto indica para los países Anexo I. Lo que ha sucedido con esto es que se ha dado un debilitamiento gradual del Protocolo de Kioto, siendo éste el único marco internacional para la reducción de emisiones jurídicamente vinculantes de los países ricos industrializados como EUA, Japón y Canadá.
Algunos reportes que surgen del interior de las negociaciones en Durban aseguran que la oposición de EUA con respecto a la continuidad de un 2CPK, se basa en su rechazo total al principio de responsabilidad común pero diferenciada. Este principio es una forma de aceptar dentro de un régimen internacional que existen países con mayor cantidad de emisiones emitidas históricamente que la gran mayoría de los países en desarrollo. EUA, por supuesto, resulta ser el principal deudor.
Por otro lado, se han aprobado procedimientos para la inclusión de la captura y almacenamiento de carbono (CAC) como proyectos elegibles bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). La aprobación de este tipo de proyectos para ser financiados vía MDL es solo una prueba más de lo que impulsa a las negociaciones, el cómo hacer negocio de un planeta enfermo en lugar de cuidar el estado de salud de la biosfera, o los más vulnerables o la pérdida de ecosistemas.
¿Suena complicado? En realidad es muy sencillo, en Durban como en las COPs anteriores, lo que ha predominado es favorecer al negocio, haciendo a un lado las responsabilidades tanto actuales como históricas, borrando cualquier posibilidad de compromiso y dejarle la responsabilidad a la mano invisible del mercado.
¿Entonces qué se puede hacer?
Hay muchas voces que desde tiempo atrás claman que las verdaderas soluciones al cambio climático no se encuentran en los resultados de negociaciones internacionales, sino en iniciativas locales con conocimiento ancestral de manejo de los recursos.
Esto suena un tanto romántico, pero más allá de utopías, esto funciona bajo una lógica simple. Las soluciones, por más sencillas que sean, podrán ser implementadas rápidamente a bajo costo e involucrando a la mayor cantidad de actores posible. Desde sistemas de energías renovables de pequeña escala hasta simplemente dejar de utilizar combustibles fósiles a gran escala
Otros muchos acusan que los países que se oponen a la lógica del mercado dentro del régimen climático internacional es porque no tienen alternativas concretas para ser implementadas, pero vaya que existen y muchos países con este tipo de mecanismos locales concretos han sido bloqueados como la propuesta forestal de Bolivia.
Estamos en un momento crucial para evitar cambiar drásticamente el clima del planeta. Las instituciones internacionales más relevantes con respecto a energía y cambio climático, como la Agencia Internacional de Energía y el IPCC, han advertido que los cambios tienen que ocurrir dentro de los próximos 5 años si hemos de evitar graves consecuencias. La misma Agencia Internacional de Energía, bien conocida por sus escenarios conservadores, ha dicho que “demorar la acción es un falso ahorro, por cada $1 de inversión en tecnologías más limpias que se evita en el sector energético antes de 2020, un adicional de $4.30 tendría que ser gastado para compensar el aumento de las emisiones”.
George Mombiot lo explica muy bien, “Nicolas Stern estimó que el costo de evitar las consecuencias del cambio climático costaría el 1% del PIB mundial, mientras el costo de esperar y dejar que estas consecuencias nos golpeen costaría entre el 5 y el 20%. El 1% del PIB, en este momento, es de 630 mil millones de dólares. En marzo de 2009, Bloomberg reportó que los Estados Unidos habían comprometido 7.77 mil millones de dólares a los bancos. Esta es solo la contribución de un solo gobierno, sin embargo, esta cifra equivale a 12 veces el 1% recomendado de inversión del PIB anual mundial para combatir el cambio climático”.
¿Y la sociedad civil?
Un artículo de The African Report lo dice muy claro, el tema del cambio climático es un tema que cada vez más se concentra en los “expertos” de la academia y de la sociedad civil. Cuando las organizaciones civiles quieren construir un movimiento de “masas”, solo logran construir masas de expertos ya que la complejidad del tema se aleja más del público en general. La muestra se puede ver en el bajísimo porcentaje de personas que fueron a manifestarse a Durban en Sudáfrica. Esto demuestra el fracaso por parte de las organizaciones de la sociedad civil para divulgar y concientizar sobre la urgencia del tema. Lo sucedido en Durban es un llamado a estas organizaciones para reinventarse y reconsiderar las estrategias adoptadas.
Estamos en tiempos difíciles, no podemos dejar la oportunidad de hacer algo al respecto solo a unos cuantos negociadores o a algunas empresas o individuos. Si algo ha de pasar, como bien lo ha dicho la periodista Naomi Klein, solo será cuando la gente en masa asuma la responsabilidad de frenar este tren a punto de descarrilarse.
FOTO WWF