Adán Paredes, reconocido ceramista y escultor especialista en instalaciones de gran formato.
En su taller “Los Alacranes” da vida a obras que se fusionan con el entorno. Un lugar donde existe una constante experimentación e intercambio con el ambiente y la comunidad.
En el taller “Los Alacranes” huele a tierra mojada, se ve llover y casi se palpan los cerros. Durante el transcurso del día el cielo es caprichoso y muestra azules intensos o grises ruidosos que dejan pasar luz destellante que marca las horas de trabajo. La aparición de una luz naranja da el último aviso para terminar el quehacer del día. Esa es la jornada del barro en las manos de Adán Paredes.
Adán prepara el barro, lo pisa, lo huele, lo moja y le da forma. Crea extensiones de tierra o placas de barro sobre las cuales comienza a trazar lo que un día pensó sería su forma de vida. Adán empezó su camino con la Antropología, tocó y limpió la tierra de nuestros ancestros, pero eso no bastó, así que decidió capturar la esencia de la tierra en creaciones propias.
Adán nos muestra su taller y algunas de las obras que han tomado forma en ese espacio.
El taller “Los Alacranes” es un proyecto de vida que involucra un espacio donde Adán puede desarrollar su obra, pero también es un sitio que invita al entorno a formar parte de la obra. El proyecto empieza a consolidarse cuando Adán decide abrir su taller en Santo Domingo Barrio Alto (Etla, Oaxaca). La idea fue crear un taller respetuoso del ecosistema que le permita realizar sus creaciones y donde a la par se brinda asesoría y ayuda a los artesanos de la comunidad para perfeccionar el uso del barro de modo que puedan re-inventar sus artesanías. Así mismo se considera también abrir espacios para artistas que deseen experimentar, aprender y enseñar desde una perspectiva de dar y recibir al ambiente y a la comunidad.
La creación es un buen punto de partida cada día, esto se puede ver en el paso antes de llegar al taller en una serie de hileras de mazorcas peinadas y despeinadas, que recuerdan el proceso de sembrar, cuidar y cosechar; así aparece el sitio donde el barro tomará forma, donde se desarrollará una obra nueva y donde se terminará por ensamblar. El diálogo con la naturaleza no para en la tierra, “el barro”. También son incluidos materiales naturales como henequén, metales y piedras. Se trata de trabajar con los elementos que nos brinda el sitio para ponerlos en diálogo y recrear lo que se huele, se siente, se oye, se saborea y se ve en el entorno. Es un descubrir sobre lo que da la tierra. Se reformula y se devuelve transformado con el espíritu de la naturaleza y de las manos creadoras.
El taller es un espacio de creación en movimiento que deja fluir las ideas, las materializa y después las arma para entregarlas a dónde fueron destinadas. Es una labor de sembrado, arado y cosecha que continúa día a día.
La integración de “Los Alacranes” con su contexto implica más que una inspiración, es el deseo y la materialización de crear un espacio que genere su propia energía a través del sol y capte el agua de la lluvia, para su uso y para la retro alimentación de la tierra a través de las mazorcas que darán a su vez alimento y sustento. Es un espacio que toma, transforma y da, manteniendo un ciclo con la naturaleza y la comunidad. Un proyecto ambicioso pero factible que desea integrar a la comunidad pero más aún, es un proyecto de vida que amerita ser continuado y replicado por muchos de nosotros.
FOTOS Cortesía del artista