Análisis de Ciclo de Vida, herramienta para reducir impactos ambientales

“De la cuna a la tumba”: Análisis de Ciclo de Vida como herramienta para reducir impactos ambientales

En estos días los consumidores nos preocupamos de dónde vienen y a dónde van los productos que consumimos. Queremos que desde su fabricación se reduzca la extracción de recursos naturales, que durante su uso se tengan emisiones mínimas de contaminantes y que al final de su vida útil pueda ser reciclado; y claro, manteniendo su funcionalidad y calidad. Pero, ¿cómo el sector industrial puede diseñar o modificar un producto en términos ambientales? ¿Cómo el sector gubernamental podría recomendar uno sobre otro?

El Análisis de Ciclo de Vida (ACV) o Life Cycle Assessment (LCA) como se le conoce a nivel internacional, es una metodología para calcular los impactos ambientales de productos, procesos y servicios en todas las etapas de su existencia. El término “de la cuna a la tumba” se utiliza, ya que se considera que un producto nace desde su diseño y fabricación; vive cuando es usado por nosotros y finalmente muere cuando es desechado.

Existen innumerables guías y herramientas informáticas a nivel internacional para llevar a cabo un ACV. Para realizar la evaluación de impacto ambiental se requiere conocer cuánta energía se necesita aplicar en cada etapa de su vida y cuáles son sus emisiones y residuos. Como resultado, se obtiene información que describe los efectos potenciales que tendría cada etapa sobre la salud humana y el ambiente. Las categorías de impacto más utilizadas en este tipo de estudios son: cambio climático global, agotamiento del ozono estratosférico, acidificación, contaminación fotoquímica, eutrofización, toxicidad humana, ecotoxicidad y agotamiento de los recursos.

Compras verdes, ecodiseño y ecoetiquetado son conceptos relativamente recientes que la sociedad, las empresas y los gobiernos poco a poco están adoptando y que van de la mano con el ACV para:

• Identificar oportunidades de mejora del desempeño ambiental de productos en una o más fases de su ciclo de vida.
• Identificar ahorros potenciales en el consumo energético, en la demanda de materia prima y de servicios para el manejo de residuos.
• Informar a los consumidores sobre productos con una menor huella ambiental. Por ejemplo, la primera impresión puede llevarnos a elegir la opción 1, ya que aparentemente genera menos residuos sólidos que la opción 2, sin embargo, después de realizar el análisis, se puede determinar que la opción 1 genera una gran cantidad de gases de efecto invernadero o emite una mayor cantidad de sustancias químicas.
• La elaboración de políticas públicas. El ACV puede ser utilizado por los tomadores de decisiones para promover instrumentos legales que reduzcan el impacto ambiental provocado por la fabricación, uso y disposición de productos.

Frineé Kathia Cano Robles

Ingeniera química, dedicada desde hace años al desarrollo de actividades para la protección del ambiente y a viajar por el mundo. Es Maestra en Ciencias en Gestión y Tratamiento de Agua Residual por la Universitá Ca'Foscari de Venecia. En los últimos años ha colaborado en proyectos relacionados con el manejo de sustancias químicas y residuos.

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