En las últimas semanas en México se ha lanzado una campaña en favor de la energía nuclear y de la construcción de más reactores nucleares en México. Ante los trágicos acontecimiento en Japón, académicos y organizaciones exigieron en conferencia de prensa abandonar todo proyecto de energía nuclear e impulsar las energías renovables (solar, eólica, micro-hidroeléctrica y geotérmica) como vía para abastecer de energía y enfrentar al cambio climático.
Alcance de los acontecimientos en Japón
“En los últimos 15 años, la compañía japonesa TEPCO, dueña y operadora de la planta de Fukushima, se vio envuelta en una larga historia de mentiras y manipulación de la información sobre la seguridad en sus plantas nucleares. En algunos casos varios de sus funcionarios incurrieron en responsabilidades penales. Su credibilidad es muy pobre y su conducta en esta catástrofe no hace sino empeorar esta situación. Lo que está sucediendo en Japón, tiene que ser la sepultura total de la energía nuclear a nivel mundial como opción para obtener energía”, afirmó el Dr. Alejandro Nadal de El colegio de México.
“Esta catástrofe pone una vez más de manifiesto el riesgo de la tecnología nuclear. Si bien se ha avanzando mucho en medidas de seguridad en los reactores, sigue siendo una tecnología altamente riesgosa y siempre pueden haber imprevistos. Estos imprevistos la hacen insegura porque si pasa algo, se pone en jaque a miles o millones de seres humanos”, explicó Claudio Estrada, director del Centro de Investigación en Energía de la UNAM.
“El tsunami en Japón fue más devastador que el terremoto que lo originó y la catástrofe nuclear en la central de Fukushima será mayor al daño generado por el propio tsunami. Esta catástrofe es una prueba más de que los reactores nucleares no son intrinsecamente seguros y que las consecuencias de un accidente grave son inadmisibles por sus consecuencias devastadoras tanto por su afectación a amplios territorios como sus efectos en la salud de la población que se pueden extender por generaciones”, dijo Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor.
“La radiación altera la carga eléctrica de los átomos y moléculas que conforman las células de nuestro cuerpo, por lo que consecuentemente incluso dosis bajas de radiación llegan a producir anormalidades en el sistema inmunológico, pero también leucemia en un lapso de cinco a diez años después de la exposición, cáncer en el rango de 12 a 60 años y enfermedades o mutaciones genéticas y anomalías congénitas en generaciones futuras”, afirmó Giancarlo Delgado, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.
“La catástrofe de Japón está exhibiendo la incapacidad del lobby nuclear de proteger a la población de un desastre. La información que se da a la población mundial sobre un siniestro de inmensas dimensiones territoriales y de afectación a la salud de posiblemente millones de personas, se deja en manos de una empresa privada y sus intereses. La ausencia de la Agencia Internacional de Energía Atómica para informar y enfrentar el problema confirma su papel de promotora de la industria nuclear por encima de su supuesta función como entidad reguladora internacional que debe garantizar la seguridad de esta tecnología”, agregó Calvillo.
La presión de la industria nuclear en México
“La energía nuclear es extremadamente costosa y sólo viable con fuertes subsidios a lo largo de todas sus fases de operación. Sólo en EUA, se registran de 1947 a 1999 unos 115 mil mdd en subsidios directos y unos 145 mil mmd en subsidios indirectos. Una planta de 1GW a gas cuesta unos 400 mdd y una nuclear de la misma capacidad unos 2 mil mdd, que en términos reales ha rondado entre 3.5 y 5 mil mdd por sobrecostos y retrasos de construcción”, agregó Delgado.
Según comentaron los especialistas, el lobby (cabilderos) nuclear se articuló aún más para relanzar la energía nuclear como “alternativa” frente al cambio climático por la via de conformar la Alianza Global de Energía Nuclear donde los principales socios son EUA, Francia, Japón, Reino Unido y Rusia (los principales actores en el negocio de los reactores y de producción de combustible), China como futuro negocio en tanto el número importante de plantas (50) que pretendía construir, y los países mineros de uranio como Kazahstan. Específicamente se trata de empresas como General Electric-Hitachi, Westinghouse-Toshiba, ambas de EUA-Japón y Areva (Francia-Alemania). Se suman otras que operan las plantas como AEA Technology, Areva NP, EDF, E.ON, entre otras. En el caso de México, el negocio detrás de Laguna Verde es principalmente de Comurhex (Francia), empresa que según informa la AIEA, vende el hexafloruro o concentrado de uranio al país. Ése es enriquecido por el Departamento de Energía de EUA y luego convertido en varillas de combustible por General Electric. Se trata de un importante negocio que sólo fue posible con la desaparición de URAMEX, empresa estatal que se suponía iba a estar a cargo de ello pero que fue desaparecida al año de ser formalizada en 1981.
“En junio de 2010, el director de la división de energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), declaró que consideraba a México como uno de los países líderes de la región en materia de generación de energía nuclear a corto plazo; incluso, afirmó que el organismo financiero internacional estaba ya listo para apoyar y financiar a México para la creación de plantas nucleares. No sorprende que ante lo que acontece en Japón algunos expertos mexicanos –vinculados al negocio– se apresuraran a comunicar en los medios que el problema es menor, afirmando, incluso desde la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, que Laguna Verde es segura, que la población desconoce del tema (es ignorante) y que el país debería seguir apostando a la energía nuclear como alternativa energética”, explicó Delgado Ramos.
“Los dos reactores de la Central Nuclear de Laguna Verde ya son viejos, es un hecho innegable: más de 20 años en su proceso de construcción, 21 años de operación comercial, más de 55 paros de emergencia que han repercutido en la vida útil de ambos reactores. Son tan vulnerables como las plantas de Japón en su sistema de enfriamiento a base de agua (BWR), que paradójicamente no funciona sin energía eléctrica”, denunció Claudia Gutiérrez de Vivanco del Grupo Antinuclear Madres Veracruzanas.
Las verdaderas alternativas para resolver la demanda energética
“La catástrofe en la central nuclear de Fukushima, de la cual ahora sólo vemos la punta del iceberg, obliga a una revisión de las condiciones en las que opera la central nuclear de Laguna Verde por un cuerpo de expertos indpendientes que pueda tener acceso a toda la información de la planta. Los reportes internos que se han logrado filtrar demuestran altos riesgos en su seguridad y la violaciones a las condiciones establecidas para que se le otorgara la licencia de operación. Por lo pronto, las declaraciones de Juan Eibenshutz, en relación al accidente en Fukushima, son suficientes para cuestionar su desempeño al frente de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas”, dijo Alejandro Calvillo.
“Las nucleares no sirven para reducir la emisión de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático. Duplicar la capacidad instalada actual, pasar de 440 reactores a 880, apenas reduciría un 5 por ciento de los gases contaminantes. Por lo tanto, no es significativo el aporte de las nucleares para combatir el cambio climático”, afirmó Gustavo Ampugnani, director de campañas de Greenpeace México.
En México ha habido un amplio rechazo a la energía nuclear. No sirve para nada. México es sísmicamente activo y volcánicamente activo como Japón, con todo y sus nuevas tecnologías, y lo que no tiene solución es el asunto de los desechos radioactivos. Es una aberración permitir que se instalen más plantas nucleoeléctricas y sin saber cómo y dónde se están depositando los residuos, señaló la geóloga María Fernanda Campa de la UACM y de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.
“En materia de seguridad energética el desarrollo de plantas nucleares en México nos metería en serios problemas no solo por la enorme dependencia tecnológica que esto implicaría, ya que en México no tenemos ningún desarrollo tecnológico e industrial en esta materia y además ni siquiera somos capaces de producir el “combustible nuclear” que requieren los reactores, todo lo tenemos que comprar del exterior con una vulneravilidad enorme. Así nuestra dependencia tecnológica en materia nuclear es casi del 100%, explicó el Dr. Rubén Dorantes de la UAM Azcapotzalco.
“Por otra parte si seguridad energética implica producir energía en forma segura y limpia la energía nuclear no garantiza para nada ninguno de estos dos aspectos, porque es una forma de energía de alto riesgo y los desechos nucleares representan una de las basuras más contaminantes y peligrosas que produce nuestro desarrollo actual”, concluyó Dorantes.
Greenpeace México publicó el reporte “Los expedientes de Laguna Verde ¿Crónica de un desastre nuclear anunciado?” en el 2002. Si te interesa conocerlo puedes descargarlo aquí.