Hollywood siempre nos ofrece una solución, y lo mejor, es que los simples mortales como nosotros no tenemos que hacer nada para salvar al mundo. En cada una de las películas de acción, el héroe, y en algunos casos contados, la heroína, salva al mundo sin que los demás hagan más que correr a velocidades ínfimas o protegerse en sus casas.
Me parece que nos estamos acostumbrando a que otros nos rescaten, como a la Bella Durmiente, o como a Nueva York. Como sociedad esperamos que llegue un científico o una empresa con bolsas que se desintegren en pocos años, con mejores autos y combustibles que no afecten al ambiente, y hasta con ventiladores gigantes que se lleven la contaminación a otra parte. La búsqueda de quién nos ayude salta de la pantalla a la vida real.
Qué más me gustaría que dejar olvidado un zapato en un palacio para que llegue un príncipe y me libere del quehacer. La responsabilidad de mis acciones se borraría si tuviera un Jack Bauer que proteja mis espaldas. Es cierto que ya tenemos edificios inteligentes que nos apagan las luces cuando no estamos ocupándolas, que regulan el clima con mayor eficiencia y que ahorran agua. Lo que es más, empezamos a tener leyes y gobiernos que nos obligan a ser más conscientes con la disposición de la basura y con la emisión de contaminantes. ¿En verdad, será suficiente?
La tarea para un solo héroe se antoja imposible y es que contaminamos nada más por existir. El cuerpo humano genera calor y, con eso, y solo con eso ya estamos contribuyendo al calentamiento global. Si no, pregúntenle a los usuarios del sistema colectivo metro. Entre siete y nueve de la mañana intenten introducir una lechuga fresca a un vagón, verán que no solo saldrá magullada, sino como si fuera de hace 2 semanas.
Mucho también depende de cómo es que existimos. No es lo mismo existir subsistiendo, que existir en el lujo y la comodidad. Así, es probable que un solo norteamericano de clase media deje una huella más profunda que un hindú con toda su familia extendida. El simple dato de que en Estados Unidos hay 800 autos por cada mil habitantes contra 8 por cada mil en la India nos dice por donde va el asunto (en México hay 169 autos por cada mil habitantes). Lo malo es que nuestro superhéroe imaginario seguramente sería estadounidense y salvaría primero el lugar en donde viva su interés romántico, es decir, una gran ciudad.
Si Hollywood tuviera razón, el mundo podría estar ya colapsado, y mágicamente empezaría a regenerarse. Un simple bibidi babidi bu bastaría para regenerar a los polos con ayuda del Hombre de Hielo. Flash nos llevaría de un lugar a otro, los X-Men nos ayudarían a controlar el clima y tendríamos Wall-E’s por todas partes para compactar los basureros. Desafortunadamente, hace mucho que dejé de creer en esas películas, y si alguien va a salvar a la humanidad, tendría, de entrada, que ser yo, siempre y cuando no tenga que usar un traje ajustado con el calzón de fuera.
FOTO Wendy Skeleton